martes, 5 de julio de 2011

Saviaduría

Centenares de centenarias raíces centinelas volvían al árbol. Algunas habían acumulado profundos conocimientos, otras habían alcanzado erudita saviaduría y algunas otras eran portadoras de preciadas nuevas, mas no eran buenas nuevas; el hombre seguía avanzando.

lunes, 20 de junio de 2011

La cita

Esta vez habían quedado en su mirador preferido. Sufrida era su espera, largo tiempo pasaba entre sus encuentros, pero pronto estarían de nuevo cara a cara; felices. Como siempre, tenían dudas sobre si sabrían estar a la altura del otro. Llegó la hora acordada, ella se sonrojó con la luz que irradiaba él. El eclipse fué memorable.

sábado, 11 de junio de 2011

El gato azabache (Parte 3)

Ajeno al convulso fervor que azotaba la mente de Andrés el gato descansaba con plácidez en la cama, relamiendose metódicamente mientras miraba fijamente al individuo. La presencia, de nuevo, del endemoniado felino evocó el recuerdo de lo eterno e inhumano sufrido en las noches pasadas, como no podia ser de otra manera su mente se colapsó, más aún cuando creyó ver en los impasibles ojos una conocida secuencia azul, verde, morada...
De manera pusilánime agarró lo primero que encontró útil en su mesita de noche, un vaso de agua que golpeó sin pasión contra el filo del mueble para ensañarse una y otra vez con tal arma contra su indesado visitante.
Tras la tormenta de sangre, como un autómata, llenó la bañera de agua y ahogó allí al ya moribundo animal.
Cuando en la bañera se encontró lleno de terribles golpes y cortes, el maltrecho cuerpo del hombre, todos los vecinos coincidieron:
Parecia un tipo tan normal.
Fin

lunes, 11 de abril de 2011

El gato azabache (Parte 2)

Aquella misma noche, ya en la cama, el recuerdo del extraño encuentro le era lejano, lo que había sucedido fue claramente una mala jugada de su imaginación, si había sucedido claro. Ya reconfortado cerró los ojos y rememoró los sucios detalles del crimen, libidinoso, se entregó a los brazos de Morfeo. No tuvo los placenteros sueños que frecuentaba en veces como aquella, en su lugar tuvo oscuras pesadillas donde se encontraba con sus mayores fobias; en cada una de ellas moría de manera lenta y agónica, en cada una de ellas era observado por unos endemoniados ojos felinos...
Tras lo que le pareció una eternidad despertó entre sudor y temblores, mas aun estaba por descubrirse aquello que más le helaría la sangre; no estaba solo en la cama, sobre la colcha jugueteaba alegremente un gato negro azabache. Horrorizado, no le fue fácil asimilar aquel hecho ¿Acaso era el mismo animal? Imposible, el bosque estaba a kilómetros de allí ¿Quizás todo era fruto de una caprichosa coincidencia? No cabía más opción. Lleno de ira, con renovadas energías, propinó al animal una lluvia de golpes mortífera, a patadas lo sacó por  la puerta:
-¡Bastardo sarnoso! ¡Las pesadillas han sido por tu culpa! ¡A ver si vuelves ahora! -Vociferó colérico.
Andrés pasó el resto del día intentando esquivar los recuerdos de aquellos angustiosos sueños. Cuando cayó el telón de la noche, el esfuerzo había sido tal que se quedó dormido mucho antes de lo habitual. Estuvo sumido en sus sueños habituales hasta que un presentimiento empezó a tomar forma; estaba siendo observado, la sombra de la sospecha iba en aumento, en el cenit de la paranoia una vorágine de oscuridad le absorbió y le trasladó bruscamente a las pesadillas de la noche anterior, pero aquella vez, si cabe, todo era mucho más real; más atroces eran sus muertes y más insaciable era la mirada azul, verde, morada.

Gritando, por fin despertó. El corazón dejó de bombear sangre; en los pies de su cama estaba de nuevo el gato, ronroneaba feliz, a penas tenía señales de la brutal paliza.

viernes, 8 de abril de 2011

El gato azabache (Parte I)

Otro furtivo vistazo a su alrededor. Andrés Heras terminó su trabajo con matojos y ramas muertas, satisfecho por el resultado esbozó una sonrisa amplia; a penas se notaba la tierra removida, jamás encontrarían a su última víctima. De repente, de entre las sombras, aparecieron unos afilados ojos que parecían poseer luz propia, eran fríos ojos felinos. Hipnótica, la intensa mirada se clavó fijamente en él; inmovilizándolo. Con estupor le pareció ver que los ojos cambiaban de color; ahora azules, ahora verdes, ahora morados... Ágilmente el inesperado testigo comenzó a avanzar en su dirección, era un esbelto gato adulto de inmaculado pelaje negro azabache. Esquivando la maleza el animal más allá de la gracia felina parecía estar levitando sobre el bosque. El individuo, aterrorizado, quiso moverse pero no pudo, estaba atrapado en la profundidad de los ojos multicolores. Al llegar a la vera de Andrés el gato comenzó a frotar cariñosamente su lomo contra la pierna del sujeto... De la garganta del animal surgió un maullido alegre, en la garganta del hombre moría sin llegar a nacer un grito mudo. Acto seguido el cuerpo de Andrés comenzó a responder:
-¡Mal... Maldito saco de pulgas! ¡Menudo susto me has dado malnacido! -dijo rabioso.
Sacudió la pierna con violencia quitándose al animal de encima y se alejó del lugar. De tanto en tanto miraba hacia atrás para asegurarse de que el gato no le seguía. Los músculos de la cara aún estaban paralizados, aquella sonrisa de Andrés todavía permanecida en su rostro, pero ahora expresando todo lo contrario a lo que sentía.

lunes, 4 de abril de 2011

En el lago







Las ondas creadas por la guadaña se extendían con velocidad mientras la sangre se diluía lentamente en el agua dulce. En la superficie del lago flotaban los cadáveres desnudos de los dos amantes. De la oscuridad de la negruzca y raída capucha surgió una gutural voz de ultratumba:
-Lunes, malditos lunes.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Prisionero

Se entregó voluntario. Juntó las muñecas y las ofreció. Con fuerza le ajustaron el reloj.

viernes, 25 de marzo de 2011

La autopsia

La cabeza le iba a estallar, la presión iba en aumento, pronto el cerebro estaría colapsado. Los ojos buscaban frenéticamente por toda la habitación el antídoto, la cura...
Por fin la encontró, cargó la dosis necesaria, acto seguido, ansioso, clavó la afilada punta para que el líquido anhelado comenzase a fluir... Fue demasiado tarde; sus oídos ya destilaban sangre.
El forense estaba catatónico. El análisis de la hemorragia le reveló la causa de la muerte. El microscopio roto en mil pedazos contra el suelo. No podía dar crédito a lo que había visto: ¡Frases! Las frases que terminaban el relato que la pluma no pudo.

jueves, 24 de marzo de 2011

La deuda



Sabia que lo conseguiría,
el destino le debía una...
Sabia que lo conseguiría,
el destino le debía dos...
Sabia...

lunes, 21 de marzo de 2011

En el vórtice




Bajó la guardia, en exceso, relajado.
Los problemas estaban por fin solucionados.
Arduos fueron los esfuerzos empleados.
Al salir del vórtice, raudo, todo volado.

viernes, 18 de marzo de 2011

Femme fatale




No hay tejidas sedas
en sus telas de araña,
más no escapan sus presas;
devoradas las entrañas.

jueves, 17 de marzo de 2011

Vampiros




La casa estaba en silencio, demasiado en silencio. Una parte de mi, a gritos, me pedía cerrar la puerta y volver sobre mis pasos, pero no le hice caso. En estado de alerta avance hacia el salón. Horrorizado no pude entender como había llegado hasta ahí; pero estaba allí en mi sillón, en silencio, esperándome. Inmutable, no hizo ademán ni gesto alguno, se limitó a observarme en calma, en placentera calma. Degustaba la imposibilidad de mi escapatoria. Cerré los ojos con fuerza y abrí la maldita carta del banco.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Cantar de gesta




Cuando el lúgubre repicar de las campanas cesó, entre la negrura y oscuridad del foso, entre los cadáveres que yacían ya sin nombre, se erigió triunfante la figura del paladín. No sin titubeos, había esgrimido su arma más temible y poderosa: su paciencia, su planificación.

Errante

Explorando
yo creí que
el camino
verdadero
encontraba.

Mas errando
yo no vi que
el camino
de regreso
olvidaba.

lunes, 31 de enero de 2011

Fénix



Pondré en juego
autoestima contra suelo
cuando diga lo que te quiero.
No tengo miedo,
altivos alzaremos el vuelo
o sé que renaceré de nuevo.

domingo, 30 de enero de 2011

Nunca es tarde para hacer las cosas mal

 

El sexto palacio

Estaba el tesoro, y también el guardián del tesoro; y los huesos blanquecinos de los que habían intentado inútilmente apoderarse de él. En cierto modo, hasta los huesos habían embellecido, tirados allí, a un lado del portal de la cámara del tesoro, bajo el resplandeciente arco de los cielos. El tesoro embellecía todas las cosas que lo rodeaban... incluso los blancos huesos, incluso al severo guardián...
Autor: Robert Silverberg 

Corolario: Quiero que seas mi tesoro o ser blanquecinos huesos.