Esta vez habían quedado en su mirador preferido. Sufrida era su espera, largo tiempo pasaba entre sus encuentros, pero pronto estarían de nuevo cara a cara; felices. Como siempre, tenían dudas sobre si sabrían estar a la altura del otro. Llegó la hora acordada, ella se sonrojó con la luz que irradiaba él. El eclipse fué memorable.
Era una lunática, ja, ja.
ResponderEliminarUn abrazo, Dani.
Esos primeros encuentro siempre son bellos y más con un eclipse de por medio.
ResponderEliminarSaludos
La naturaleza no defrauda, nunca.
ResponderEliminarLas personas, en cambio, lo hacen todo el tiempo.
Saludos
J.
Tor: Sin lugar a dudas
ResponderEliminarBolzano: Ellos eran el eclipse!
José: Amén
Saludos a todos!