Centenares de centenarias raíces centinelas volvían al árbol. Algunas habían acumulado profundos conocimientos, otras habían alcanzado erudita saviaduría y algunas otras eran portadoras de preciadas nuevas, mas no eran buenas nuevas; el hombre seguía avanzando.
Me recuerda al árbol de avatar. Es una pena que seamos un peligro para la vida, y para nosotros mismos. Y que no sepamos tomar de la saviaduría.
ResponderEliminarUn abrazo
Extraña y profunda es la sabiduria que emana del arbol.
ResponderEliminargracias por visitar mi blog, un saludo¡¡
Que no pierda el tiempo, el árbol, en intentar buscar por ahí fuera, no lo necesita. Su saviaduría es auténtica.
ResponderEliminarUn abrazo, Dani.
Cercenando con una mirada lo que no le pertenece.
ResponderEliminarMe recuerda al árbol de Invernáculo, de Brian Aldiss.
Buen libro por cierto
Bueno texto el tuyo,también.
Saludos
J.
Anita: Como especie esta claro que no, pero como individuos ahi que lograrlo
ResponderEliminarKlee: Tan profunda que quizás el adjetivo no le haga justicia
Tor: Quizás busca como ayudar a otros...
José: Gracias, no he leido ese libro; apuntado queda
Muchas gracias a todos por hacer un alto en el camino aqui.
Saludos!