Las ondas creadas por la guadaña se extendían con velocidad mientras la sangre se diluía lentamente en el agua dulce. En la superficie del lago flotaban los cadáveres desnudos de los dos amantes. De la oscuridad de la negruzca y raída capucha surgió una gutural voz de ultratumba:
-Lunes, malditos lunes.
Lo suscribo: Lunes maldito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es lo que tienen los lunes, ni a la muerte le gustan!
ResponderEliminarMe gusta tu blog
Abrazos
Me tope con tu blog leyendo el de Rosalía.
ResponderEliminarMe ha gustado, y me iré pasando cuando el tiempo me lo permita.
Dios, más que maldito, yo diría terrorífico.
Saludos
La muerte odia los lunes, como Gardfied... Si, yo también voy a hacer de cuenta que no dije lo que dije.
ResponderEliminarSaludos
J.
Torcuato: Sin duda es una verdad casi universal.
ResponderEliminarAnita Dinamita: Esa es la idea! muchas gracias.
Bolzano: Muchas gracias, seras siempre bien recibido.
José: Me gusta imaginar a la muerte, como un ente con sus problemas y tribulaciones...
Muchas gracias a todos por comentar. Saludos!