viernes, 25 de marzo de 2011

La autopsia

La cabeza le iba a estallar, la presión iba en aumento, pronto el cerebro estaría colapsado. Los ojos buscaban frenéticamente por toda la habitación el antídoto, la cura...
Por fin la encontró, cargó la dosis necesaria, acto seguido, ansioso, clavó la afilada punta para que el líquido anhelado comenzase a fluir... Fue demasiado tarde; sus oídos ya destilaban sangre.
El forense estaba catatónico. El análisis de la hemorragia le reveló la causa de la muerte. El microscopio roto en mil pedazos contra el suelo. No podía dar crédito a lo que había visto: ¡Frases! Las frases que terminaban el relato que la pluma no pudo.

4 comentarios:

  1. Veo que a tu personaje le pasa algo parecido a lo que le pasa al mío. Si es que nunca se sabe qué es peor: si la falta de ideas o el aluvión.

    Buen relato, enhorabuena

    ResponderEliminar
  2. Muy bien. Da para pensar un ratico.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Las palabras saben más que lo hombres que dicen manejarlas.

    Saludos

    J.

    ResponderEliminar
  4. Sara: imposible elegir. Me alegró y me sorprendió todos los nexos comunes que hay entre los dos relatos. Gracias!

    Tor: Gracias, la verdad es que megusta el resultado final (menos mal porque me costó lo mio)

    José: hay que tener especial cuidado con las palabras que uno usa frecuentemente ¿Porque que puede significar eso sino que nos visitan y sugestionan a su antojo?

    ResponderEliminar