lunes, 11 de abril de 2011

El gato azabache (Parte 2)

Aquella misma noche, ya en la cama, el recuerdo del extraño encuentro le era lejano, lo que había sucedido fue claramente una mala jugada de su imaginación, si había sucedido claro. Ya reconfortado cerró los ojos y rememoró los sucios detalles del crimen, libidinoso, se entregó a los brazos de Morfeo. No tuvo los placenteros sueños que frecuentaba en veces como aquella, en su lugar tuvo oscuras pesadillas donde se encontraba con sus mayores fobias; en cada una de ellas moría de manera lenta y agónica, en cada una de ellas era observado por unos endemoniados ojos felinos...
Tras lo que le pareció una eternidad despertó entre sudor y temblores, mas aun estaba por descubrirse aquello que más le helaría la sangre; no estaba solo en la cama, sobre la colcha jugueteaba alegremente un gato negro azabache. Horrorizado, no le fue fácil asimilar aquel hecho ¿Acaso era el mismo animal? Imposible, el bosque estaba a kilómetros de allí ¿Quizás todo era fruto de una caprichosa coincidencia? No cabía más opción. Lleno de ira, con renovadas energías, propinó al animal una lluvia de golpes mortífera, a patadas lo sacó por  la puerta:
-¡Bastardo sarnoso! ¡Las pesadillas han sido por tu culpa! ¡A ver si vuelves ahora! -Vociferó colérico.
Andrés pasó el resto del día intentando esquivar los recuerdos de aquellos angustiosos sueños. Cuando cayó el telón de la noche, el esfuerzo había sido tal que se quedó dormido mucho antes de lo habitual. Estuvo sumido en sus sueños habituales hasta que un presentimiento empezó a tomar forma; estaba siendo observado, la sombra de la sospecha iba en aumento, en el cenit de la paranoia una vorágine de oscuridad le absorbió y le trasladó bruscamente a las pesadillas de la noche anterior, pero aquella vez, si cabe, todo era mucho más real; más atroces eran sus muertes y más insaciable era la mirada azul, verde, morada.

Gritando, por fin despertó. El corazón dejó de bombear sangre; en los pies de su cama estaba de nuevo el gato, ronroneaba feliz, a penas tenía señales de la brutal paliza.

5 comentarios:

  1. Tampoco me pude reprimir:

    Sin palabras.

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  2. ¿Fin?
    De momento, el gatico es pesado pero no parece malo, je, je.
    Un abrazo, Dani.

    Un abrazo.

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  3. Nuestros miedos siempre aparecen cuando cae la noche y más si durante el día hemos tenido una carga extra en el celebro.

    Me está gustando el relato, sobre todo el clima creado.

    Saludos

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  4. Espero no decepcionar! Saludos a todos y gracias por la paciencia!

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