miércoles, 30 de marzo de 2011

Prisionero

Se entregó voluntario. Juntó las muñecas y las ofreció. Con fuerza le ajustaron el reloj.

viernes, 25 de marzo de 2011

La autopsia

La cabeza le iba a estallar, la presión iba en aumento, pronto el cerebro estaría colapsado. Los ojos buscaban frenéticamente por toda la habitación el antídoto, la cura...
Por fin la encontró, cargó la dosis necesaria, acto seguido, ansioso, clavó la afilada punta para que el líquido anhelado comenzase a fluir... Fue demasiado tarde; sus oídos ya destilaban sangre.
El forense estaba catatónico. El análisis de la hemorragia le reveló la causa de la muerte. El microscopio roto en mil pedazos contra el suelo. No podía dar crédito a lo que había visto: ¡Frases! Las frases que terminaban el relato que la pluma no pudo.

jueves, 24 de marzo de 2011

La deuda



Sabia que lo conseguiría,
el destino le debía una...
Sabia que lo conseguiría,
el destino le debía dos...
Sabia...

lunes, 21 de marzo de 2011

En el vórtice




Bajó la guardia, en exceso, relajado.
Los problemas estaban por fin solucionados.
Arduos fueron los esfuerzos empleados.
Al salir del vórtice, raudo, todo volado.

viernes, 18 de marzo de 2011

Femme fatale




No hay tejidas sedas
en sus telas de araña,
más no escapan sus presas;
devoradas las entrañas.

jueves, 17 de marzo de 2011

Vampiros




La casa estaba en silencio, demasiado en silencio. Una parte de mi, a gritos, me pedía cerrar la puerta y volver sobre mis pasos, pero no le hice caso. En estado de alerta avance hacia el salón. Horrorizado no pude entender como había llegado hasta ahí; pero estaba allí en mi sillón, en silencio, esperándome. Inmutable, no hizo ademán ni gesto alguno, se limitó a observarme en calma, en placentera calma. Degustaba la imposibilidad de mi escapatoria. Cerré los ojos con fuerza y abrí la maldita carta del banco.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Cantar de gesta




Cuando el lúgubre repicar de las campanas cesó, entre la negrura y oscuridad del foso, entre los cadáveres que yacían ya sin nombre, se erigió triunfante la figura del paladín. No sin titubeos, había esgrimido su arma más temible y poderosa: su paciencia, su planificación.

Errante

Explorando
yo creí que
el camino
verdadero
encontraba.

Mas errando
yo no vi que
el camino
de regreso
olvidaba.